Señoras
y señores, hoy, al mejor estilo de Los Amerindios, le rendimos un cálido y
analítico homenaje, a él, al trompa roja, al inseguro, al de ¿me lleva por mil?, al de ¿Me abre por atrás?, al de ¿Baja por la caracas?
Hoy
le rendimos homenaje a
El Bus
Cebollero
El
más barato de los transportes públicos (y
por ende el más puerco), está próximo a desaparecer por completo de las
calles Bogotanas.
Ese
batuquiante vehículo del cual hablaban la popular agrupación “Los Amerindios”
en su popularísima canción, se despide de la vida de los colombianos, poniendo
fin a una era, conocida como “la era del madrazo”.
Pero
¿Qué tan importante fue el bus Cebollero en la historia de la ciudad?
¡Bastante!
He
aquí varias cosas que aprendimos del Cebollero, y que harán que lo recordemos per secula saeculorum:
Canción de cuna:
Gracias
al Bus Cebollero, aprendimos porque las mamas y todos los familiares, zarandean
a los niños para dormirlos. Pareciera que batuquiar a un bebe como si fuera un
Yogurt o un Kumis, no le provocaría sueño; pero muchos hemos comprobado, que
las zarandeadas que nos daba el centenario chasis del Cebollero, provoca el
sueño más reparador, en los trancones de las horas pico. Ya no se verán más esos
parroquianos con el cachete maguyado y
pegado a la ventana, y la Jeta abierta contra el vidrio.
Diferido:
El
Bus Cebollero nos enseñó que la tardanza en la emisión de un sonido, no es
propiamente un problema de las transmisiones de radio y televisión o de las
aplicaciones de Smartphone. Los problemas del diferido o tardanza en la
recepción de un impulso sonoro, también suelen pasar en el largo tramo entre el
timbre y el conductor del bus, quien recibía la orden de detener el bus, varias
cuadras más tarde.
Debido
a su desaparición, jamás escucharemos frases tan fraternales, tan cálidas y tan
amistosas como la típica:
-¿Y es que me va a llevar hasta la casa de su
madre?
Buses con identidad:
Ya
conociendo los nuevos vehículos de transporte público, notamos que en
comparación con nuestros cebolleros, estos carecen de identidad. Todos los
nuevos servicios de transporte público son idénticos entre sí, y no pueden
diferenciarse uno de otro.
En
cambio nuestros cebolleros tenían una identidad propia, que los diferenciaba
uno de otro. Era fácil encontrar un cebollero que se llamara “Lady Mayerly`s” que se pudiera
diferenciar de otro que se llamaba “Yonatan
Brayan” y que cubría la misma ruta.
Bautizar
un Cebollero con el nombre de la hija, el ahijado, el sobrino u hermana
chiquita, era una tradición busesistica…
boleta, si… pero igual, ya está próxima a desaparecer, Dios quiera suceda igual
con aquellas combinaciones de nombres.
Frases Cebollelebres:
Con
la desaparición de nuestro amado Cebollero de mil (¿A cómo? A mil), pronto iremos olvidando frases y palabras que
estaban en el diario acontecer de todos los usuarios, tales como:
·
Blue Bird
·
Todo niño paga
·
Siga por el pasillo, y cuide su
bolsillo
·
Si sigue timbrando, lo sigo
llevando
·
Estiven Daniel & Yormary
Paola foreber
·
Forros Gamín
Buscando la antitetánica:
Mucho
uso y poco aseo desde 1930, el Cebollero era reconocido como el sitio perfecto
para contraer infecciones dérmicas, forúnculos, prurito y demás cochinadas.
Después
de 15 minutos de haber cogido con las manos el tubo para sostenerse dentro del
bus, la gente que te veía las manos te preguntaba:
-Uy hermano… ¿Te toco cambiar una llanta?
Además,
siendo los usuarios no muy higiénicos que digamos, el Cebollero también era el
lugar indicado para contraer gripa, conjuntivitis, pulgas, y un extraño Maní de
dulce, empacado no con mucha salubridad que digamos.
Promesas rotas:
Las promesas rotas no solo ocurren en escenarios románticos. Las promesas que no se cumplen, son aquellas como:
Las promesas rotas no solo ocurren en escenarios románticos. Las promesas que no se cumplen, son aquellas como:
-Siga,
siga… ahorita le doy las vueltas
Caso
que no ocurría jamás, y ese ahorita nunca llegaba. Y de presentarse ese momento
de recibir su cambio, usted recibía las vueltas de su billete de diez mil
pesos, en monedas de cien. Por eso era fácil reconocer quien había montado en
Cebollero… ya que cuando alguien caminaba y parecía una culebra cascabel, o una
pandereta humana, era debido a las típicas vueltas de bus Cebollero, que
parecían salidas del tesoro de un pirata
Rápido y furioso:
No
solamente Tocancipá tiene las mejores carreras de automóviles. La próximamente
antigua “Guerra del Centavo” hacia que su retorno del trabajo o estudio a casa,
se convirtiera en el deporte de riesgo más emocionante.
Si
sumercé tenía bastante adrenalina como para desperdiciar un poquito, podía
subir a esta atracción mecánica que a las 5 o 6 de la tarde, competía con el
otro Cebollero de la misma ruta, para ver quién se quedaba con los usuarios de
los paraderos.
No
era necesario ir a parques de diversiones para experimentar vértigo y pánico.
Solamente había que esperar las horas pico, para ver estas estresantes carreras
de Cebolleros, que hacían que las carreras de Nascar parecieran una bobada.
Así
que para despedir al querido y añejo bus Cebollero, hemos querido rendirle un
homenaje de despedida (con este merengue
sentimental), y para este homenaje le pedimos al queridísimo cantautor Piero que es Colombiano y a la vez Argentino
e Italiano, que le compusiera una
canción al pensionado Cebollero.
Así
que con la ternura y sentimiento del querido cantautor Piero, los dejamos con una emotiva canción, para alguien que nació
con el siglo, de Tranvía y vino tinto.
MI CEBOLLERO
Es
un buen Bus Mi Cebollero
Que
anda lleno y tambaleando
Tiene
torcidas las llantas
De tanto
venir andando
Yo
lo espero desde lejos
Veo
que no le cabe un tinto
Y es
que nació con el siglo
Corriéndole
la butaca al tranvía
Viejo
mi bus Cebollero
Que
a las 6 camina lento
Y me
hace perder el tiempo
Yo
soy tu usuario mi cebollero, yo…
Soy
quien se corre pa`l centro
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