(Homenaje a Daniel Samper Pizano)
Existen muchísimos tipos de trastornos y síndromes Psicológicos que son muy populares en la sociedad; el Síndrome de Münchhausen, el síndrome de Estocolmo, el síndrome de Edipo y otros que no mencionamos por si usted es Hipocondriaco (No le queremos dar ideas).
Lo que no sabíamos, es que la profunda admiración hacia una persona u figura publica podría llevar a cabo un síndrome de magnitud inimaginable.
Mi hermano y yo (y en general en mi casa) somos asiduos lectores de las columnas de Daniel Samper Pizano desde nuestra infancia. Nos encanta como escribe, nos hace reír, y como a todos, nos Jarta cuando habla de política. Se convirtió en uno de nuestros ídolos criollos y constante referencia a muchos temas cotidianos.
Hasta ahí, todo muy bien. Nada que se salga de lo común. Pero desde hace años descubrimos padecer un grave trastorno debido a la profunda admiración que le profesamos al cachaquisimo columnista. Es tanta la devoción y la lectura de sus libros y escritos, que llegamos a sufrir a veces confusiones severas de la vida real tal y como es.
Todo comenzó un día en el que almorzábamos en familia. Era una tarde tradicional Colombiana con música de Tiple y comida criolla. Cuando se llego el momento de degustar un delicioso Ajiaco Santafereño, fue cuando sucedió el primer acontecimiento anormal. Todos probamos el ajiaco, dijimos que estaba delicioso, otros dijeron exquisito, y mi hermano dijo:
-mmm delicioso… Tal y como lo preparaba Martha Chavez…
Todos nos quedamos en shock; Un silencio incomodo invadió el comedor… nadie sabía quién era Martha Chávez… y lo peor de todo fue que yo le conteste:
-y Luz Herminda López…
Ahí si fue el acabose; si nadie sabía quién era Martha Chávez, mucho menos Luz herminda López.
La verdad no volvimos a hablar de ese suceso por un tiempo. Decidimos dejarlo, y pensar en él como un Lapsus Linguis nada más.
Días más tarde, una tarde muy relajada, veíamos televisión en familia y hacíamos zapping mientras los comerciales (como hacemos todos). De repente mi hermano se detuvo en un canal donde presentaban un concierto de Joan Manuel Serrat. Todo estaba muy bien hasta que sin querer dije en voz alta:
-ahh Joan Manuel… Mi gran amigo. ¿Si saben que me invito a grabar un vallenato?
Todos giraron la cabeza lentamente hacia mí en otro silencio de esos bien Jartos, y mirándome como si estuviera loco. Esto ya no era normal.
Días después, hablando con gente del trabajo, alguno se puso de chistoso a chancear y a hacer chistes improvisados. Yo solté la risa y le dije:
-Ay usted si es chistoso ¿no? Ya parece mi hermano Ernesto…
Quede petrificado… otra vez me sucedía lo mismo. Pero lo curioso es que esta vez nadie reacciono ante mi frase. Nadie me trato de loco. Segundos después, reaccione, y recordé que afortunadamente mi hermano de la vida real si se llama Ernesto y por eso nadie lo noto. En ese momento me sentí muy de buenas.
Pero ya era demasiado. Ya había sucedido muchas veces y no era normal. Así que decidí hablarlo con mi hermano y contarle. El me dijo que si, efectivamente, nos pasaba algo extraño. Y que mientras yo le dije que había dicho que mi hermano se llamaba Ernesto y no estaba pensando en el, él me conto que vio en un televisor en la calle un gol de Santa fe y lo celebro gritando.
Le pregunte qué qué tan frecuentemente le sucedía esto y me dijo que desde lo del ajiaco, venía sucediendo más seguido. Yo también le confesé algunas cosas, y nos dimos cuenta que a los dos nos habían sucedido lo mismo. El me dijo recordar el día que actuó con Les Luthiers y yo le dije que recordé el día que mendigue un Extra en la serie de Cesar Rincón.El me dijo que recordó su larga estadía en España, y yo le dije que recordaba con cariño las cucarachas de allá. Ambos aceptamos haber oído “el amor amor” de Serrat y no habernos reído con el montañerisimo y cachaquisimo no sabroso “Huepaje” Bogotano, que más se acerca a la Gata Golosa que a Francisco el Hombre.
Ambos recordamos a Klim, aunque no tenemos ni idea quien será. Pasamos por “El Tiempo” y a los dos nos dio nostalgia recordar cuando trabajamos ahí, Pusimos un disco de Jorge Negrete (Aunque en la vida real no pasemos las rancheras ni en pintura) y recordamos con cariño el teatro México y las películas de Abbot y Costello, a Álvaro el novio de Luz Herminda, a nuestras queridas tías Solita y Purita, y nuestra extraña afición al Vallenato Clásico.
Descubrimos que leímos con tanto fervor a Daniel Samper, que terminamos adoptando sus anécdotas como si fuesen propias. Nos relajamos mas y decidimos no tomarlo con tanta seriedad y análisis, y más bien hacerlo divertido y mostrárselo a la gente.
Le dije a mi hermano:
-Hablemos con Bernardito Romero Pereiro para que haga una comedia basado en esto…
Y mi hermano me contesto:
-No, mejor hablemos con nuestro amigo Jorge Maronna el Les luthier y con Mallarino y lo
volvemos serie de humor…
volvemos serie de humor…
Ahí fue cuando nos dimos cuenta que este trastorno Psicológico ya no tenía reversa ni solución posible. Es tanta la influencia del Regio y chirriadisimo escritor, tanto el arraigo, que ya es imposible no aceptarlo.
Así que tomamos la mejor decisión, y la más saludable; decidimos convivir con el trastorno, vivir relajados, y de vez en cuando ir al centro, a comernos unos buenos “Postres de Notas”.
Publicado el 06/03/12 en el primer sitio Web
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